Pese a numerosos avances respecto al cumplimiento de derechos de las mujeres tsáchilas, aún falta mucho por hacer para hablar de equidad social. Lideresas de la etnia consideran que se deben hacer cambios tanto en el interior de las comunas como en el sistema de justicia.
Hasta antes del año 2000 las mujeres tsáchilas tenían prohibido acceder al derecho a la educación y tampoco podían ser dueñas de tierras comunales, en ese año fue cuando se creó una reforma del estatuto de la nacionalidad, permitiendo así que la mujer tenga un rol protagónico dentro de la sociedad. Sin embargo, eso no ha sido suficiente para lograr una verdadera inclusión e igualdad de género, asegura Albertina Calazacón, lideresa de la etnia, pues revela que en seis de las siete comunas tsáchilas, la dirigencia sigue siendo ocupada por hombres.
La escasa participación de las mujeres tsáchilas también ha provocado que la brecha de desigualdad social se atenúe. Albertina considera que las mujeres de la etnia deben empoderarse de los procesos de sus comunidades, pues tienen las mismas capacidades que los hombres tsáchilas.
Otro de los inconvenientes que son parte de las comunas tsáchilas están relacionados a los casos de maltrato y abuso, pues al no existir una política clara al interior de las comunidades, no se toman las medidas correctivas. Y lo mismo sucede cuando las denuncias son derivadas al sistema de justicia, aspecto que deja en la indefensión a las mujeres tsáchilas maltratadas.
Albertina Calazacón plantea que desde la Gobernación Tsáchila se promuevan espacios para tratar estos temas que no permiten un buen desenvolvimiento de la mujer tsáchila dentro de la sociedad y que continúan retardando un proceso de desarrollo e igualdad.